viernes, 27 de junio de 2014

Diario Ole entrevistó a Martín Demichelis

Hizo referencia a su hijo Bastian que quiere imitar a Leo Messi



"Le dije a Messi que me hace llorar el nene" es el título de la nota publicada por Olé realizada al possense Martín Demichelis.
Demichelis hoy siente que si entró por la ventana “es para hacer algo grande”. Relajado, cuenta que Bastian, de 5 años, se enoja porque no puede imitar a Leo... 
"Era una llamada de un número desconocido. Al otro día de salir campeones con el City, a punto de viajar a los Emiratos Arabes. Ahí sonó el teléfono y atendí. Era el Profe Blanco... La verdad, no me imaginé para qué me llamaba. Podía ser por algo personal, porque él había tenido detalles muy íntimos cuando falleció mi papá. Por eso, muy tranquilo, le dije: ‘Si se corta es porque el avión está carreteando’. Rápido, entonces, él me avisó: ‘Alejandro está barajando una lista de nombres para los 30 del Mundial y tengo que constatar que estés bien”. Yo le respondí sin dudarlo: ‘Profe, ahora al avión lo voy empujando yo’”. 
No se siente un súper hombre como para llevar en el aire la máquina ploteada con Messi que traslada a la Selección. Parece ser un muchacho feliz que se conforma con estar aquí en Brasil en vez de andar de vacaciones mirando el Mundial por TV. Recuerda que al enterarse se movió dos asientos atrás y el Kun Agüero fue el primero en enterarse. Después, como el avión súper moderno tenía Internet, llamó emocionado a Evangelina Anderson, su mujer, y a su representante. Ya no se iría a Miami o a Marbella a tomar sol sino que tendría su revancha con la camiseta argentina que un día perdió... 
-Ni lo soñabas ya. 
-Yo estaba afuera. Cuando el cuerpo técnico se acercó a Manchester para ver a Agüero y a Zabaleta y no me llamó, perdí las esperanzas. 
-¿Sentiste que el partido contra Bolivia había sido una suerte de certificado de defunción? 
-Sí, pero esperaba que ese partido no fuera el último. Soñaba con eso. Fui un enamorado de la Selección, desde mi primera vez con Pekerman en el 2005. Y no había podido irme de la mejor manera. 
-¿Qué aprendiste del error del partido con Bolivia? 
-Yo acababa de hacer un buen cruce y tirar la pelota al lateral. Y de ese mismo lateral viene el error: no quise salir jugando. Me quedó para la izquierda e intenté darle altura a la pelota para después sacarla con la derecha. El delantero me puso el cuerpo y quedé del lado de afuera. Ahí ya nunca más lo pude alcanzar... 
-¿Cómo viviste los días siguientes? 
-Mal. La pasé mal. Había vivido en el estadio que más amo la situación más desagradable de mi carrera. Me he lesionado jugando para la Selección -una operación en el tobillo, tengo cinco placas en la cara por una rotura- pero esas cosas se aceptan porque es parte de la profesión. Un error así es distinto... Más cuando se acumulaban un montón de cosas: la mala Copa América, el mal inicio de las Eliminatorias por haber perdido por primera vez en la historia con Venezuela, había aumentado bruscamente el precio de las entradas y había poca gente en el Monumental... 
-¿Te dijo algo Sabella en ese momento? 
-Fue muy sincero conmigo. Una gran charla antes de viajar a Colombia. El me recordó una frase que una vez el Bambino Veira le dijo a un arquero, el “te saco para protegerte”. Entonces Alejandro me explicó: ‘No te voy a ser hipócrita: no te saco para protegerte. Te saco porque tengo que proteger el grupo y hoy anímicamente vos estás muy golpeado’. Tenía razón: si bien recibí golpes duros en la profesión y en la vida, ese error me noqueó. 
-¿Pensaste que era ciclo terminado? 
-Y... Se dio una anécdota en el entrenamiento previo al partido en Barranquilla. Jugábamos un picado y yo me fui de 9. Ese día hice como 10 goles. Ahí pensé ‘éstos me están despidiendo, ja’. 
-Ya habías tenido un bajón con la Selección en la previa al Mundial 2006, cuando te quedaste afuera de los 23 el último día. Llegaste a decir que querías dejar el fútbol... 
-Fueron palabras desmedidas por el shock de la noticia. Pero esta llegada a la Selección fue una recompensa, totalmente a la inversa que esa vez. Por eso cuando empecé las prácticas antes de venir para Brasil, me preguntaron si estaba nervioso y contesté: “No, estoy disfrutando. Nerviosos están los compañeros que hace meses están pensando que no les pase nada”. Yo no tenía ninguna chance. 
-¿Y ahora cómo estás? 
-Con todo respeto, digo que es difícil encontrar a alguien que tenga más felicidad y energía de la que tengo yo. Obvio que soy ambicioso y aspiro a más. Pero hoy lo único que quiero es ayudar para salir campeones del mundo. 
-¿Ahora es de punta para arriba y después vemos? 
-Es difícil cambiarme a los 33 años. Mamé escuelas y entrenadores que me enseñaron lo mismo: respeto por la pelota, tanto en Renato Cesarini, River o Bayern Munich. Recuerdo una anécdota que nunca la dije públicamente pero siempre se las cuento a mis amigos: fue en la final de la Champions contra el Inter. Yo tenía amarilla y no venía jugando bien. La verdad, pensaba que Van Gaal me iba a sacar. Pero adelante de todos me dijo: “La próxima vez que vuelvas a tirar un pelotazo, te saco. Nosotros no jugamos a eso”. Realmente me impactó... Y Pellegrini, en un partido contra el Everton, también me avisó: “Si bien prefiero que no arriesgue y me ponga las cosas acá (hace el gestito de algo que sube a la garganta), prefiero que la próxima vez que rechace, en lugar de tirarla a la segunda bandeja sea un poco más criterioso. Revolearla en cierta forma agranda al rival”. Igual, es cierto que hay circunstancias en las hay que ser expeditivo y no arriesgar. 
-¿Estás para jugar? 
-Sí, con muchas ganas. Estoy contento, con buenas sensaciones del grupo, tenemos el apoyo de muchísima gente... Hay que ser respetuoso, pero también ambicioso. 
-¿Y hasta dónde pensás que llegarán? No empezaron bien desde el rendimiento. 
-Hay que romper el maleficio de los Cuartos y jugar los siete partidos. 
-Entre tantas buenas y malas. ¿Te ratoneás con el gol de cabeza del Tata Brown? 
-Y quién no se ratonea... A mí me gusta ser precavido a la hora de declarar. Pero tengo la sensación de que si entré por la ventana en la lista es porque lo hice para algo grande. Si estoy acá, me tengo que permitir soñar. 
-Por lo menos tu nene la foto con Messi ya se la sacó. 
-Bastian, mi hijo de cinco años, es un fanático del fútbol. Entiende, ve partidos conmigo. Y como todos los chicos, su ídolo es Messi. Lo tiene en figuritas, lo ve hacer goles en el Barcelona, quiere tener los botines de Messi, practica las pataditas que hace Leo... 
-Pero no es fácil... 
-Hace poquito le dije a Leo ‘dejá de hacerme llorar al nene, ja’. Estábamos en Buenos Aires viendo la tele y pasaron un video de Leo de chiquito, haciendo jueguitos. Y Bastian se me puso a llorar. “Yo no puedo hacer eso”, se frustró. Ahí lo calmé y le dije: “Tranquilo que yo tampoco”.

FUENTE RADIO SUDESTE J. POSSE

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